jueves, 28 de julio de 2011

DE MÍ HACIA TI, PADRE MIO, QUE HAS MUERTO

 Y entonces abandonas la tierra en que yo te amo.
Dios te sepa extender mis pasos en tu larga travesía.
Adiós. ¡Adiós padre mío!
Adiós con esos brazos que me mecieron de niño,
con esos dedos tercos
que infringiendo el dolor doblegaron el miedo,
con esos ojos rebeldes, insurrectos, que de noche
se encendían como lámparas de esperanza.
Adiós con esas manos de tiempo
que esparcieron trifulcas en el espacio,
que surcaron de ilusión toda la tierra.
Adiós con esa raza fusionada,
que un día te hizo grande y te hizo pequeño.
Anda, padre mío, anda a esa tierra desconocida,
a sembrar cuchillos, proverbios clandestinos,
anda a esa tierra en que una ala te acoge y
un mayo en auxilio te aguarda ansioso por venir;
anda a esa tierra, haya en donde aun continúa
tu avance intermitente,
tu guerra inconclusa
tu grito silencioso.
Aquí, se despide el hierro y no la espada
aquí la herida y no la llaga
aquí la letra y no el sonido

1 comentario:

  1. Al leer este poema sólo pienso en que es un buen poema por varios motivos:

    Primero, es muy hermoso en su composición y mensaje.

    Segundo, es un poema que está escrito con el corazón más que con las manos.

    Tercero, es un poema muy rico en recursos estilísticos como metáforas, anáforas, polisíndeton, hipérbole, prosopopeya, entre otras.

    Cuarto, el personaje a quien se lo dedicas el mi Padre.

    Gracias por regalarle al mundo esta belleza de literatura.

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